jueves, 3 de mayo de 2012

GRATITUD A LA VIDA


GRATITUD A LA VIDA Y LA NATURALEZA

Gratitud

Una de las bases estructurales de cualquier proceso de crecimiento personal es la gratitud, que no es más que aprender a dar las gracias permanentemente por todas las cosas maravillosas que constantemente estamos recibiendo y disfrutando.


Dicen que de todos los sentimientos humanos la gratitud es el más efímero de todos.Quien agradece, merece lo que recibe y también merece recibir más.

Mírate al espejo, mírate en tus seres queridos, mira tu entorno familiar, mira con ojos de gratitud todas las cosas buenas que la vida te ha dado.

La gratitud puede enriquecer tu vida más que un millón de dólares. Tomar cada nuevo día como un regalo maravilloso es la experiencia más rica y no hay dinero que pueda comprarla. Un día más es una oportunidad más para ver los árboles, el cielo, las montañas; para disfrutar una taza de café caliente, para ver tu programa favorito, para salir a pasear, para escuchar música, para bromear con tus familiares o amigos. Ya seas una persona religiosa o no, el entender la vida como un obsequio te otorgará una actitud constante de agradecimiento, sosiego y armonía.

El agradecimiento surge cuando una persona se siente en deuda con otra porque le ha procurado algún bien, le ha prestado un servicio o le ha hecho algún regalo. La persona agradecida se alegra por los bienes recibidos, los reconocen y están dispuestas a corresponderles. No se trata de devolver favor con favor ni regalo con regalo, sino de sentir y expresar admiración y gratitud por las cualidades humanas de quienes nos honran con sus dones.

Cada uno tiene mucho que agradecer, y cuidar lo recibido es una forma de hacer evidente nuestro reconocimiento. Entre los bienes que más agradece el hombre se encuentra la vida, la salud, la amistad, la lealtad y la enseñanza de sus antecesores.

La gratitud y el reconocimiento son los mejores regalos que puede recibir una persona en cualquier época y lugar del mundo.

PARA SER AGRADECIDOS...

• Admitamos que necesitamos a los demás.

• Reconozcamos las obras de los otros.

• Incluyamos en nuestro lenguaje expresiones de agradecimiento.

• Aceptemos que muchas de las cosas buenas que tenemos se deben a lo que otras personas nos han dado: amor, protección, cuidados, talento, sabiduría.

EL LEÓN Y EL RATÓN

Luego de una dura jornada de caza el león se echó a descansar debajo de un árbol. Cuando se estaba quedando dormido, unos ratones se pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, al más travieso le dio por esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo despertó. Muy malhumorado, el león agarró al ratón entre sus garras.

¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, bicho miserable? ¡Voy a darte tu merecido! rugió abriendo de par en par sus enormes mandíbulas, dispuesto a engullirse al ratoncito de un mordisco.

Por favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me dejas ir te estaré eternamente agradecido alcanzó a decir el pequeño roedor, tan tembloroso de miedo que al león le pareció cómico, y hasta simpático.

¡ja, ja, ja! se carcajeó de buena gana el león. ¡Una pequeña cosa como tú ayudándome! ¡no me hagas reír!

Pero la pequeñez de ratón y su miedo a ser comido lo conmovieron y terminó dejándolo ir. Semanas más tarde, el león cayó en la red de unos cazadores ilegales. Su rugido de angustia resonó por la selva entera y llegó a oídos del pequeño ratón, el cual, sin pensarlo dos veces, corrió en su ayuda. Al verlo el león le dijo:

Hola amiguito ¡qué alegría verte! mira la situación en que me encuentro. Pronto vendrán los cazadores y me matarán. No te preocupes, león. Tú me dejaste vivir, y eso es algo que no se olvida.

Apenas dijo esto, cortó con sus pequeños y afilados dientes el nudo de la red que apresaba al león y lo dejó libre.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”


Piensa y reflexiona continuamente en aquello bueno que te ha pasado. Observa lo agradable que se desarrolla y toma forma en tu vida porque aún en medio de las tragedias que todos en algún momento enfrentamos siempre hay un hilo de luz, algo o alguien por quien sonreir.

(Del lat. gratitudo). f. Sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o a querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera.

Fuente: Diccionario de la Real Academia Española

Gratitud. Sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera. Amistad. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. Confianza. Esperanza firme que se tiene de alguien o algo. Fidelidad. Observancia de la fe que alguien debe a otra persona.

—Diccionario de la Real Academia Española

Su opuesto es
Luz interior
Hay quienes creen que todo lo bueno que tienen lo han conseguido solos. Por orgullo o, a veces, por simple desatención, no saben reconocer el apoyo que les dieron los demás en un momento o circunstancia determinados. Esas son las personas desagradecidas. Aunque parezca increíble pueden llegar al extremo de criticar o incluso hacer daño a quienes los ayudaron. A veces se cierran todas las puertas. A veces no, pues la generosidad nunca termina. Sin embargo, como no saben experimentar agradecimiento, se sienten solos, no descubren que los demás los quieren y que merecen ese cariño. Su malestar crece a cada día y los entristece. El que agradece abre las cortinas de su alma: permite que entre el sol y proyecta hacia afuera su propia luz.

Viviendo el valor

El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le prestó ayuda. No consiste, necesariamente, en “pagar” ese favor con otro igual, sino en mostrar afecto y guardar en la memoria ese acto de generosidad. Más que centrarse en la utilidad práctica del servicio recibido, pondera la actitud amable de quien lo hizo.

Aprende a dar las gracias

Ya hemos visto qué es la responsabilidad: aplicarnos con dedicación a lo que nos corresponde; por ejemplo, que el señor barrendero limpie la calle sin dejar un solo papel. Ya vimos también qué es la generosidad: cuando damos más allá de lo que nos corresponde. Por ejemplo, el maestro que se preocupa por explicarnos de nuevo lo que todos ya entendieron.

La alegría que esos favores despiertan en nuestro corazón se llama gratitud. Se manifiesta hacia afuera cuando decimos “gracias” con una sonrisa, cuando le hacemos saber a la persona que nos ayudó lo importante que fue para nosotros ese detalle inesperado (no importa si fue un objeto, un consejo o un pañuelo desechable cuando nos vieron llorar). Pero la gratitud no se reduce a una palabra ni se queda en la superficie: enriquece y transforma nuestra vida cuando mantenemos presente ese acto de afecto para con nosotros. A través de ella nos sabemos queridos por los demás. A través de ella, sabemos querer a los demás.

El agradecimiento no es pagar una deuda, es reconocer la generosidad ajena.


Para la vida diaria

·Aprende a usar la fórmula que no falla. “Por favor” indica que pedimos algo especial. “Gracias” indica que reconocemos la ayuda.

·Piensa y reconoce todo aquello que recibes de los demás. Exprésalo a tu estilo: con palabras, con un abrazo, con un carta.

·Ve construyendo una cadena de favores: cuando tu recibas uno, haz otro, y pide a esa persona que siga extendiendo la red de ayuda y gratitud.

·No agradezcas sólo los bienes materiales. La ayuda que va más allá de los objetos es tal vez la más valiosa.


Por el camino de la gratitud

·Vence tu orgullo, piensa en quienes te han dado la mano a lo largo de la vida. Comprende que te ayudaron a ser quien eres.

·La gratitud no es un intercambio de objetos: “tú me diste, yo te di”. Significa, más bien, “tú te esforzarte por mí, yo estoy dispuesto a hacerlo por ti.”

·No sólo hay que dar las gracias a quienes están vivos y cerca de nosotros. Reconoce en tu corazón a quienes te ayudaron aunque no vivan o se encuentren lejos.

Conoce a Franz Mayer: una herencia para México

(1882-1975)

Nacido en Mannheim, Alemania, Franz Mayer tuvo una próspera

carrera en las bolsas europeas. Llegó a México en 1908 para

continuar con su profesión. Aunque salió de la República durante

la Revolución, volvió en 1913 y se desempeñó con gran éxito.

En 1933 se nacionalizó mexicano.

Enamorado de su nuevo país realizó fotografías en diversas regiones. Fue aficionado a las orquídeas y a las artes decorativas. En su casa llegó a reunir una hermosa colección de objetos antiguos integrada por piezas de todo tipo: cerámica, textiles, orfebrería, pintura y muebles, por citar sólo algunas. Estimada en un valor incalculable, Mayer (quien no tuvo descendientes) decidió donarla al pueblo de México como muestra de gratitud a la nación que lo había acogido.
En su legado indicó que se formara un fideicomiso responsable de exhibir las obras, organizar exposiciones, concursos y conferencias. En 1986 se inauguró el Museo Franz Mayer en la Ciudad de México, un espléndido lugar situado junto a la Alameda Central que a diario deslumbra a cientos de visitantes con sus piezas.

¿Qué sabes de estos valores?

“Por favor” y “gracias” son dos expresiones comunes en tu vida diaria que aparecen una y otra vez en las relaciones con los demás. Detente por un momento a pensar en ellas. La primera es un llamado de ayuda para solicitar algo que puede ser muy sencillo (el préstamo de un objeto) o muy complicado (el auxilio en un caso de vida o muerte). La segunda manifiesta el reconocimiento por el beneficio que hemos recibido. En su nivel más superficial aparecen como fórmulas automáticas de cortesía, pero cuando vives a fondo estas emociones ingresas a uno de los territorios más ricos y profundos de las relaciones humanas.


La gratitud y tú

Ser agradecido es apreciar a cada momento lo que los demás hacen por nosotros y generar con ellos un compromiso de confianza: como estamos conscientes de su ayuda, podremos responder de igual forma cuando ellos requieran la nuestra. Cuando la confianza crece, se convierte en amistad: dos seres humanos comparten emociones, problemas, soluciones y la ayuda fluye siempre en las dos direcciones. El respeto y los sentimientos de cariño mutuos crecen hasta regirse por la fidelidad: no sólo agradecemos y correspondemos a quien nos ayuda, tenemos un cariño sólido que nos hará estar siempre allí para responder, sin importar que las circunstancias cambien.

El antivalor y sus riesgos

El principal problema de la ingratitud ocurre dentro de nosotros: perdemos la oportunidad de experimentar el cariño de quien nos ha ayudado o apoyado en momentos de aflicción.

La recompensa de Nicolás Bravo

El 13 de septiembre de 1812 José María Morelos ordenó al general Nicolás Bravo “pasar a cuchillo” a 300 prisioneros españoles que tenía en su poder, como una represalia contra los ataques de los realistas. Esa noche el general no durmió pensando que hacerlo era injusto y haría que se desprestigiara la lucha por la Independencia. A las 4:00 se resolvió a perdonarlos y a las 8:00 los puso en libertad. Como muestra de agradecimiento, 295 de ellos se incorporaron a las filas del general Bravo y lucharon por la independencia de México.

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Lic. Shirley Dobin Rosenthal